Las mujeres (y los hombres) que se dedican a la ciencia forman parte de las clases privilegiadas, en esta época ellas ya pueden tener tutores, estudiar (en casa) y aprender. Tienen una cierta independencia siempre que hayan cumplido con sus deberes sociales, básicamente tener hijos, como Maria Sibylla Merian y Émilie du Châtelet. En algunas ocasiones, sus descubrimientos y avances fueron reconocidos. Pero en la mayoría de los casos se las asocia a un hombre (padre, marido) que es quien se llevaba los méritos, o incluso son ridiculizadas como hizo Molière en su obra "Les Femmes Savant".